Seguro que muchos habéis visto recientemente la película ‘Del revés’, que ejemplifica cómo las emociones de una niña evolucionan y se vuelven más complejas a medida que crece y debe afrontar cambios en su vida. La gestión de las emociones no es una tarea sencilla ni siquiera para los adultos, pero desde nuestra experiencia, los adultos podemos ayudar a los niños a afrontarlas de la mejor manera posible. La enseñanza de esas competencias emocionales debe ser compartida entre el hogar y la escuela, pues finalmente los niños pasan en ella gran parte de su tiempo. Aquí os dejamos algunas reflexiones que os pueden ser de utilidad:
– Empatía. En alguna ocasión ya hemos hablado de lo importante de potenciar la empatía en clase. Es un valor básico para mantener una buena relación con los demás y puede evitar muchos problemas al grupo. Los niños deben aprender a ponerse en el lugar del otro para calibrar mejor sus acciones y la repercusión que tienen en su entorno.
– Motivación. Las emociones pueden ser el impulso de una acción. Por eso hay que trabajar en emociones que sean reconfortantes y motiven a los alumnos para realizar sus tareas. Satisfacción por la superación personal, positivismo… son actitudes que le ayudarán.
– Crear recuerdos felices. Y con ello no queremos decir que todos deban ser alegres, pero sí que no propiciemos erróneamente malos recuerdos. Por ejemplo, ante una equivocación del niño, es bueno dialogar con él, hacerle consciente de su error y ayudarle a reflexionar sin penalizarlo por él.
– No reprimir los sentimientos. Si habéis visto ‘Del revés’ ya sabréis que reprimir una emoción puede traer muchos problemas. Es mejor que los niños sepan que pueden expresarse libremente, compartir con un adulto de confianza lo que les preocupa, lo que les apena… Debemos demostrarles que pueden contar con nosotros para todo.
– El ejemplo. El ejemplo tiene una poderosa influencia y el maestro es para los niños una de sus principales figuras de referencia. Por ello su comportamiento también es muy importante. Mostrarse optimista, ser amable… son conductas que el niño tenderá a imitar.
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