El profesor lanza una pregunta a la clase y cuatro alumnos levantan la mano para responder. Son los que siempre lo hacen. Eso en el mejor de los casos. También se da a menudo un escenario en el que ningún niño se atreve a responder. Algunos porque no saben la respuesta, pero muchos por timidez. Veamos algunos trucos para intentar que más niños participen en clase y lo hagan a gusto.
1) Hacer preguntas para respuestas grupales. “Que levante la mano quien…”, si solo se trata de levantar la mano es mucho más fácil que se animen a hacerlo. Podemos plantear dos respuestas diferentes para una misma pregunta y pedir que respondan alzando la mano cuál creen que es la correcta.
2) Dividir la atención. No es lo mismo tener que salir solo a una tarima que hacerlo acompañado de 3 o 4 compañeros. De igual forma, podemos dividir la clase para que los niños trabajen en grupos más pequeños y exponer sus ideas ante 4 o 5 compañeros en lugar de 30.
3) Dar seguridad. Por ejemplo, podemos plantear la pregunta o ejercicio y dejar tiempo para que escriban la respuesta en una hoja. Mientras ellos están concentrados pasamos por las mesas y revisamos lo que van apuntando. Cuando un alumno haya finalizado el ejercicio correctamente le podemos dar el visto bueno y pedirle si quiere salir a dar la respuesta frente a la clase. Será más fácil que acepte si sabe que lo ha hecho bien y tiene la respuesta correcta. Estará más tranquilo y confiado. La inseguridad y el miedo a equivocarse son dos grandes frenos para la participación.
4) Acostumbrarlos a estar atentos y alerta. Pongamos por caso que vamos a leer entre todos un texto largo (por ejemplo, un capítulo de la historia). Avisa a tus alumnos antes de empezar de que en cualquier momento vas a detener la lectura para hacer una pregunta sobre lo que se acaba de leer a cualquiera de ellos. Podemos mantener esta práctica durante varias clases y dar puntos extra a quienes estén más atentos. Será como un juego que les obligará a estar muy pendientes de lo que se dice.
5) Actividades para trabajar la confianza y el compañerismo. En un grupo cohesionado hay menos espacio para la vergüenza y la timidez; es más fácil hablar frente a un grupo de personas con las que empatizas y en las que confías.
6) Atajar cualquier burla. Si alguien se ríe cuando un compañero falla una respuesta en público, además de reprobar esa actitud, podemos lanzar una pregunta difícil, de la que la clase no sepa la respuesta. La moraleja es que no hay nadie que lo sepa todo y que estamos en la escuela para aprender.
7) Escucharles. ¿Y si compartimos con ellos nuestra intención de hacer que la clase sea lo más participativa posible y les preguntamos de qué manera hacerlo? Les podemos pedir que lo escriban en un papel y nos lo entreguen, para que sea más privado, y así podremos analizar qué es lo que más les frena a la hora de participar e incluso podríamos recibir nuevas ideas.
¿Participan vuestros alumnos en clase?
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