Un profesor pasa varias horas al día usando su voz y la falta de entrenamiento vocal sumada a condiciones poco óptimas pueden generar problemas como la disfonía; una alteración de la voz en su altura, la intensidad o el timbre.

La disfonía es uno de los problemas más habituales entre los docentes, si bien no hay consciencia de su magnitud, ni siquiera entre muchos de los afectados. Quizás por eso hay poca prevención. Además, falta implicación de las instituciones. Cualquier profesor acaba convirtiéndose en un profesional de la voz y la comunicación, por lo tanto, es importante que reciba la preparación necesaria y pueda usar su voz de la mejor manera posible. Sería interesante que los futuros maestros recibieran formación sobre la importancia de la voz en el profesorado y sus trastornos. Mientras, aquí van algunos consejos para evitar la disfonía:

– Evitar gritar (para ello es útil evitar ambientes ruidosos en la medida de lo posible)
– Realizar pausa de descanso vocal
– Dormir al menos 6 horas diarias (dar a la voz el tiempo suficiente para recuperarse)
– Mantenerse hidratado (beber agua)
– Evitar el tabaco
– Evitar cambios bruscos de temperatura
– Evitar alimentos muy condimentados y reducir el consumo de café
– Hacer ejercicios de vocalización antes de trabajar (calentar la voz)
– Ejercicios de relajación (masaje facial, vibración lingual, masticación, sonidos nasales, oclusión manual…)
– Practicar una respiración adecuada
– Mantener un volumen de voz bajo

Si pese a todo sufres disfonía, es recomendable beber caldos e infusiones, que nos ayudan a hidratarnos, o un jugo de limón con agua y miel.
Es importante acudir a un médico (otorrinolaringólogo), sobre todo si la disfonía se alarga más de quince días, se repite con frecuencia o se muestra de forma crónica.
El tratamiento es especifico según cada caso y tipo de disfonía, que se detecta a través de un examen de la voz.