Los niños han cambiado. Viven en un mundo más rápido, más exigente y más competitivo. Por este motivo, la educación debe adaptarse al mundo actual. Y, con ella, los profesores debemos ofrecer herramientas útiles a nuestros alumnos, que les conviertan en personas que aporten valor real a la vida que les ha tocado vivir.
El Design Thinking se empezó a aplicar en el campo del diseño. Se trataba de identificar, analizar y descomponer los problemas para buscar la solución (o soluciones) más adecuada.
Si aplicamos el Design Thinking en el aula enseñaremos a nuestros alumnos a ser creativos e innovadores a la hora de buscar soluciones a problemas y necesidades propios o de su entorno. Los alumnos aprenderán a trabajar en equipo, empatizarán con otros puntos de vista y opiniones, dejarán volar su imaginación para encontrar soluciones…
Con el Design Thinking conseguiremos unir el pensamiento analítico, el creativo y el trabajo en equipo. Sumando estos tres valores llegaremos a encontrar soluciones reales. Los alumnos empezarán investigando cuál es el problema. Una vez identificado, propondrán soluciones y debatirán acerca de ellas para acabar eligiendo entre todos la que mejor encaja en ese caso. El debate entre compañeros resultará vital para elegir la solución que aporte una mejor salida.
Integrando este sistema en nuestras aulas ayudamos a nuestros alumnos a ser adultos que aportarán un valor real a la sociedad.
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