Enseñar y educar, ¿a quién le toca?
Popularmente se dice eso de “los maestros enseñan y las familias educan” pero, en realidad, ¿de quién es la responsabilidad de enseñar, del profesor o de la familia? ¿Y la de educar?¿Es lo mismo enseñar que educar?¿Es la enseñanza no formal un complemento a la formal o escolarizada? Estas son algunas preguntas sobre las que queremos reflexionar en este post.
Enseñar vs. educar
Primero de todo, es interesante definir qué entendemos por enseñar y por educar. Dewey definía la educación como el conjunto de procesos por el que un grupo social transmite lo que ya se ha conseguido (objetivos y poderes) para asegurar el crecimiento constante y la propia existencia. Acosta dijo que la educación es la transmisión de la cultura, y que esta acción, contiene el acto de enseñar en si; en palabras sencillas, enseñar forma parte de educar. Ahora bien, lo que se hace en el cole es enseñar, ¿verdad? La enseñanza “formal”, al menos.
Y quizá ahora digas, ¿y qué se considera enseñanza formal y no formal? Según Denis, la enseñanza “formal” surge como concepto sinónimo de escolaridad, o como dijo Temporetti, es un modelo pedagógico que se ajusta a un plan de estudios, calendario académico, regularizado por normativas de obligatorio cumplimiento. La “oficial”, vamos. La enseñanza “no formal” sería aquella que no tiene una relación directa con las instituciones que regularizan según estas condiciones. Para la Organización de las Naciones Unidas, esta sería un complemento a la primera pero… ¿Puede el docente ocuparse de todas las dimensiones del crecimiento del alumno, la educación en valores, personalidad, intereses, habilidades, la enseñanza de materias oficiales, cultura, y complementarlo con materias transversales para su desarrollo; dentro del aula?
Mismo alumno, distintos roles
El mismo alumn@ es el que cumple el rol de hijo cuando está con su familia y de alumno cuando está en la escuela. Durante la adolescencia se suma un tercer ambiente totalmente diferente a estos dos: las calles y sus amigos. En ambos ambientes se le enseña y educa (teóricamente). ¿No puede esto generar cierta confusión durante su desarrollo si hay
grandes contradicciones entre los mensajes de ambos ambientes? Si la responsabilidad entre ambas partes se comparte, se puede evitar una crisis en la relación con ambas: el alumno expresará en las aulas los cambios que experimente la familia en lo referente a lo económico, social, cultural, tecnológico; y en el hogar los cambios en cuanto a las relaciones con los demás alumnos y con el propio profesor.
La escuela prepara para la vida, pero no la refleja al completo
- Puedes aprender geografía para viajar, pero no a resolver los contratiempos que acompañan a un viaje, como ir preparado para distintas condiciones climáticas o ambientales, por ejemplo
- Puedes aprender matemáticas y economía para entender sobre finanzas y cálculos básicos durante tu vida pero no aprender sobre qué inversiones funcionarán mejor para ti o cómo es el trabajo que mejor te encaja con la personalidad
- Puedes aprender sobre deporte, pero no adquirir hábito diario individual
- Puedes aprender sobre las emociones y cómo resolver conflictos, pero no a evitarlos todos.
En la escuela los profesores, dentro de su propia capacidad (que, en general, ya tienen que abarcar la educación de centenares de alumnos durante el curso) tienen la capacidad de generar experiencias que den herramientas a los alumnos, de funcionar como vínculos u orientadores familiares para alinear la experiencia del alumno lo máximo posible dentro y fuera de las aulas. Pero lo que seguro no se puede asumir, es que en clase se enseñe lo que contienen los libros ni que la familia pueda desentenderse del crecimiento y aprendizaje del alumno.
Y tú, profe, ¿qué opinas?
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