Dimas Fàbregas es maestro especialista en Educación Artística, Visual y Plástica, y director de la escuela La Immaculada de Vilassar de Dalt, un centro donde el arte tiene un papel muy destacado.
Considera que el arte transforma la educación. ¿Cómo?
En el momento en el que damos la posibilidad de generar procesos de aprendizaje donde los lenguajes artísticos están presentes, las mismas dinámicas educativas empiezan a cambiar y a funcionar de maneras distintas. Por ejemplo, en nuestra escuela estamos trabajando los ODS a partir de artistas contemporáneos y aportamos una nueva mirada a conocimientos de ámbitos como el natural o el social. No solo utilizamos el lenguaje verbal, sino que puede ser también plástico, musical, corporal…
Se centran sobre todo en el arte contemporáneo. ¿Por qué?
Hay tres motivos principales. Uno de ellos es que usa el lenguaje contemporáneo, es decir, habla de lo que nos está pasando a nosotros como sociedad. Otro es dar visibilidad a la mujer creadora y el tercero es que podemos contactar con los artistas y recibir su feedback. De hecho, esto nace de una anécdota de una compañera en un aula de P5. Cuando les preguntó a sus alumnos y alumnas qué querían ser cuando fueran mayores, mencionaron un montón de oficios y profesiones, pero ninguno dijo que quisiera ser artista. Esto le sorprendió, dado que les gustaba mucho pintar, cantar… Y entonces un niño le dijo “es que todos los artistas están muertos”. Por eso consideramos que no solo debemos hablar de referentes del pasado, sino que también es necesario mostrarles los actuales.
Recomienda que en las escuelas se dedique tiempo a contemplar el arte. ¿Qué beneficios aporta?
Es de las cosas que más reivindico. Muchas veces los profesores y profesoras buscan ideas para sus clases de educación artística y plástica. Pero además de la vertiente creadora, hay que aprender a degustar el arte. Esto implica contemplarlo con una mirada tranquila. Es algo muy necesario en esta sociedad en la que vivimos, en que todo va tan rápido. Hay que propiciar momentos de pausa, para contemplar, pensar, analizar… Nosotros lo hacemos semanalmente. Dedicamos un rato a conversar a partir de la contemplación de una obra de arte. Los alumnos y alumnas saben que pueden hablar de emociones, sentimientos, conexiones, recuerdos… También de materiales y técnicas. Además, las obras de arte les pueden provocar preguntas y, a partir de estas, podemos generar procesos de investigación.
Da para mucho…
Y algo muy importante; en el momento en que conversamos a partir del arte, nos damos cuenta de que no hay una respuesta correcta o incorrecta. No hay una verdad absoluta. El arte afecta directamente a emociones y sentimientos y, en definitiva, al bagaje de cada uno. Por eso trabajamos mucho la idea de libertad expresiva: a un alumno le puede encantar una obra y otro detestarla. De esta manera promovemos también actitudes democráticas, de respeto hacia las opiniones de los demás, aparte de la contemplación, la reflexión y el razonamiento.
Además de contemplarlo, ¿también dedican tiempo a la creación artística?
En nuestro centro trabajamos de manera globalizada aproximadamente un 70% del tiempo y uno de los aspectos interesantes de este proceso de globalización es que han entrado todas las disciplinas artísticas. De la misma manera que podemos encontrar, por ejemplo, artistas que nos hablan de animales en peligro de extinción o de la crisis climática, también damos a nuestros alumnos y alumnas la posibilidad de contar lo que estamos aprendiendo con una producción artística. Por ejemplo, ahora mismo los alumnos de 6º están trabajando como artivistas (activistas a través del arte). Se están documentando sobre la crisis climática y el calentamiento global del planeta y están creando obras de denuncia. Un grupo está trabajando vídeoarte, otra chica está trabajando en una instalación artística en un pasillo de la escuela, otros están creando esculturas…
¿Y se puede tratar cualquier tema?
Casi siempre, las conversaciones a partir de obras de arte nos llevan a entrar en procesos de investigación variado. La globalización del aprendizaje implica procesos muy abiertos, en los cuales los profesores y profesoras tenemos que manejar la incertidumbre, porque en estos procesos de reflexión no sabemos por dónde saldrán, qué intereses habrá o cómo lo gestionarán.
¿Qué supone para los docentes esta forma de trabajar?
Ha habido un proceso importante de los docentes de desaprender para volver a aprender de nuevo. Estamos enseñando de una manera muy distinta a la que nosotros habíamos aprendido. Hemos tenido que salir de nuestra zona de confort, empoderar al alumnado y darles voz. Sin olvidar que hay unas habilidades y competencias que deben desarrollar. Para ello, nosotros podemos hacer entrar en juego determinados artistas o propuestas que nos permitan trabajar lo que indica el currículo.
El equipo docente tiene que hacer un trabajo de investigación y también de aprendizaje entre iguales. Procuro que haya momentos en los que podamos aprender los unos de los otros, porque afortunadamente no todos somos expertos en arte en esta escuela. Hay expertos en lengua, en matemáticas, en ciencias… Y es buscando conexiones entre estos expertos como podemos ofrecer propuestas globalizadas de calidad a nuestros alumnos y alumnas.
¿Se han interesado otros centros por su proyecto educativo?
Además de profesor de arte en la escuela también colaboro en la formación de profesorado y, afortunadamente, cada vez veo más centros que le están dando protagonismo al arte.
¿Qué se necesita para aplicarlo?
Es muy importante la formación del equipo docente con un experto o experta que les guíe. También hay que repensar el propio centro; preguntarse qué están haciendo, cómo, por qué…. Y cómo pueden mejorar lo que están haciendo introduciendo la mirada artística.
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