Jesús Jarque es pedagogo y profesor de orientación educativa en un centro público de Educación Infantil y Primaria en Castilla-La Mancha. Ha escrito varios libros sobre pedagogía, pautas educativas y dificultades de aprendizaje. Además, comparte recursos tanto en su página personal, como en familiaycole.com.
En mayo realizaste una encuesta para conocer el estado emocional del profesorado, ¿qué te impulsó a hacerla?
El estado de alarma y el confinamiento han sido duros para todos, también para los docentes. Algunos profesores cercanos y otros con los que mantengo contacto me han comentado la mella emocional que les estaba dejando realizar su labor en estas circunstancias.
El estado emocional del profesorado es algo que hace tiempo me viene preocupando. ¿Quién les cuida emocionalmente? Aunque no es responsabilidad de nadie, es importante y necesario para que desempeñen adecuadamente su trabajo. Los profesores son personas.
¿Cuáles son las principales conclusiones que se pueden obtener de esa encuesta?
Las conclusiones las expuse en un artículo publicado en mi web.
Algunas de las más relevantes han sido:
1º. El 80 % del profesorado que participó en la encuesta (255 docentes) señaló que su trabajo como docente le estaba afectando emocionalmente y produciendo algunos de los síntomas de esta alteración: sentirse superados, problemas de sueño, dolores de cabeza y/o de cervicales, sentimientos de culpabilidad, etc.
2º. La sensación de estar todo el día conectados y atendiendo a las familias y alumnos sin horario.
3º. La limitación que han tenido en el dominio de diferentes plataformas y herramientas digitales para mantener la enseñanza online.
4º. La relación con el alumnado y con las familias ha sido fría y distante, con la sensación de no saber qué estaba pasando al otro lado de la pantalla y en muchos casos sin respuesta.
5º. Los profesores también han señalado la falta de criterios y normas claras por parte de la Administración o cómo estas cambiaban con frecuencia. Además, aumentaba la burocracia.
Y a los alumnos, ¿cómo les ha afectado emocionalmente esta situación?
En el colegio en el que trabajo como orientador y preocupado por atender este aspecto, llevé a cabo un programa de apoyo emocional a todo el alumnado.
Además, a final de curso, realizamos una encuesta a los alumnos de 5º y 6º curso sobre cómo habían vivido esta situación de confinamiento y enseñanza a distancia.
¿Cuál fue el resultado?
Algunos valoraron el hecho de poder estar todos juntos en familia, algo que no suelen experimentar en situaciones normales. También valoraron el hecho de poder organizarse mejor el tiempo. Como limitaciones, señalaron el hecho de tener que compartir los pocos equipos disponibles o tener que esperar para que sus padres les ayudaran.
Desde el punto emocional ha sido una situación nueva. Algunos han perdido a familiares, otros han visto a sus padres aislados y muchos de ellos han vivido con miedo e incertidumbre. Eso se ha dejado notar en cambios de conducta, problemas de sueño, estar más sensibles o irascibles y, finalmente, miedo y negativa a salir a la calle cuando ya estaba permitido hacerlo.
Como curiosidad, en esa encuesta lo que más valoraron los alumnos fue que los profesores se pusieran en contacto con ellos y les dieran mensajes de ánimo.
¿Cómo ha sido la relación con las familias en este período?
La relación ha variado mucho en función de las familias y del profesorado.
Ha habido algunas familias “desconectadas”, con las que apenas había relación y no respondían a los mensajes. También hay familias que se quejan de algunos profesores que también han estado poco presentes. Pero, en general, se ha estado en permanente contacto con ellos. Un ejemplo es que la mayoría de los profesores han facilitado su teléfono personal a los padres. La norma ha sido que ha habido comunicación continua.
¿Qué lecciones podemos extraer de todo lo vivido de cara al próximo curso?
Esta situación ha puesto de manifiesto algunos puntos fuertes y algunas carencias graves que deberían tenerse en cuenta.
Personalmente, valoro mucho la capacidad de reacción que hemos tenido los colegios. Las clases presenciales se suspendieron de un día para otro, sin tiempo para prepararnos y, sin embargo, desde el primer momento dimos respuesta y nos organizamos con los medios disponibles.
Pero ha puesto de manifiesto algunas carencias que tenemos que subsanar:
1º. La Administración, al menos en algunas comunidades, no tiene plataformas adecuadas, ni está preparada para una enseñanza online. Sería bueno que, si vuelve a repetirse, estuviéramos mejor dotados.
2º. El profesorado tiene mucho que aprender en este aspecto: necesitamos mejorar el dominio de herramientas de formación a distancia.
3º. Y el alumnado y sus familias también precisan de esta formación y, en muchos casos, no disponen de los medios suficientes para llevar una enseñanza a distancia.
Eres especialista en dificultades de aprendizaje y has dedicado algunos de tus libros a ellas ( “Intervención educativa en el TDAH”, por ejemplo). ¿Cómo han llevado los alumnos con dificultades de aprendizaje el confinamiento y las clases online?
Ha habido aspectos negativos para ellos: estos niños dependen, en parte, de la ayuda constante y cercana de sus profesores. Esto lo han perdido en alguna medida. En otros casos, se ha tardado en proporcionarles material adaptado. Pero creo que, en general, son niños cuyas familias están habituadas a ayudarles en casa y, por tanto, en muchos casos, ha sido la ocasión de recibir un apoyo más constante y directo de sus padres.
Por otro lado, los que además recibían atención en gabinetes psicopedagógicos, la han seguido recibiendo en la modalidad online.
De todas formas, hasta que no comience el curso y hagamos una valoración inicial, no sabremos las consecuencias que habrá tenido en su desarrollo y aprendizaje.
Otra de las dificultades de aprendizaje que has tratado en tus cursos es la de lectura y escritura. ¿Cuáles son las más habituales en este campo?
Las dificultades más habituales de lectura suelen centrarse en dos aspectos. Por un lado, en el aprendizaje de la lectura en sí. Me refiero a niños que inician tercero de Primaria sin una adecuada ejecución y velocidad lectora. Y como segundo aspecto, lo que se suele llamar “leer para aprender”. Sucede a partir de tercero o cuarto de Primaria y es cuando se usa la lectura para aprender. Es decir, las carencias en comprensión lectora.
En cuanto a la escritura, las dificultades son varias. Las más importantes suelen ser las dificultades muy generalizadas de expresión escrita. Hay incluso universitarios que no saben escribir, en este sentido. Pero también hay dificultades en cuanto a ortografía y letra legible.
¿Cuál es tu recomendación en estos casos?
Mis cursos se centran casi en exclusiva en ofrecer pautas, estrategias y actividades para abordar todos esos problemas. Mi primera recomendación consiste en detectar las dificultades de lectura y escritura lo antes posible. Existen signos de alarma tempranos e instrumentos de detección. Por desgracia, está muy extendido pensar que se puede esperar porque los niños son pequeños.
En segundo lugar, llevar a cabo una intervención temprana preventiva, en cuanto se detectan dificultades, aunque no haya un diagnóstico.
Tercero, llevar a cabo una enseñanza de la lectura y escritura con una secuenciación estricta y sistemática. En este aspecto, hay muchas modas y falsas creencias poco efectivas.
En cuarto lugar, adoptar en el aula una serie de medidas de adaptación básicas para los chicos que pueden tener dificultades de lectura.
Para empezar, me parece que no está mal.
¿Recomiendas algún tipo de rayado o cuaderno en especial para las dificultades de aprendizaje de la escritura?
El cuaderno, por ejemplo, es una variable pedagógica con la que podemos jugar para ayudar a los niños con dificultades de escritura. Los grapados, tanto los de tamaño A5 como A4, son una buena opción, porque este tipo de encuadernado facilita la posición de la mano y el niño o la niña no se encuentra con la espiral, que le pueda molestar.
Respecto al rayado de las páginas, no existe unanimidad sobre el más adecuado. En realidad, depende de cada caso. Lo ideal es hacer algunas pruebas antes de elegir cuaderno y ver cuál se adapta mejor al niño. También es bueno contar con la propia preferencia del alumno. Oxford, por ejemplo, cuenta con variedad de cuadernos con diferentes rayados que pueden responder y adaptarse a las necesidades de cada alumno. De hecho, Oxford tiene una variedad de materiales de calidad muy interesantes y atractivos. Precisamente, yo soy usuario de este tipo de cuaderno y me encanta verlos en la sección de papelería.
Ante la duda, mi recomendación es comenzar con los cuadernos de una línea, porque es el sistema de pautado más básico y sencillo. También, en algunos casos, se usan los cuadernos de hojas blancas con plantillas pautadas que se ponen debajo como referencia.
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