Victor Küppers es Licenciado en Administración y Dirección de Empresas y Doctor en Humanidades. Es posible que os haya llegado algún vídeo de sus charlas por whatsapp o lo hayáis visto en redes sociales (su conferencia en TEDxAndorra tiene más de 2 millones de visualizaciones en Youtube). Recibe invitaciones de colegios y centros educativos para impartir conferencias a los padres sobre “Vivir con Entusiasmo en la familia”. Y entusiasmo es precisamente lo que pone a sus charlas y lo que receta en ellas. La actitud como clave del éxito y el optimismo, la alegría y la ilusión como herramientas para vivir la vida con sentido.
Tienes una gran habilidad para comunicar y en ello reside buena parte del éxito de tus conferencias. Consigues mantener atentos y entusiasmados a los oyentes. ¿Cuál es el secreto?
No soy nadie para dar consejos, pero diría que el secreto es explicar algo que te encante, que te entusiasme, que te apasione. También tienes que haber estudiado mucho, tienes que saber mucho sobre ese tema, y además explicarlo con un poco de humor y con historias.
¿Lo podrían aplicar los profesores?
A muchos profesores ya no les entusiasma su trabajo. Entre las dificultades, niños cada vez más conflictivos porque tienen entornos cada vez más difíciles, recortes, falta de medios y recursos, cantidad de trabajo, los años que llevan haciéndolo…Todo eso hace que pierdan la ilusión y cuando pierdes la ilusión en tu trabajo, le pones menos pasión y al final transmites menos.
Entonces, ¿qué les recomendarías a los profesores que han perdido la ilusión?
Se tienen que dar cuenta de que su trabajo es muy importante. Es un tópico, pero los tópicos existen porque son verdad. Es muy importante porque trabajan con personas y no solo eso, sino que las ayudan a ser mejores, a desarrollarse… Es muy bonito trabajar ayudando a las personas y los profesores ayudan a personas pequeñitas a prepararse para su futuro. Así el trabajo se vuelve más apasionante y da igual que hayas explicado la misma lección durante 10 años a 10 clases distintas, porque a cada niño se lo explicas por primera vez, porque le vas a ayudar y vas a influir en él. Ese es el trabajo de un profesor; inspirar, motivar, influir, contagiar…
¿Has dado charlas a niños?
Sí. Para mí es muy complicado. No soy pedagogo y no estoy acostumbrado. Con los niños hay que usar un lenguaje distinto.
Tus charlas giran en torno al optimismo, la actitud… Resulta que tenemos niños desmotivados, tristes, con problemas de autoestima…. ¿Como podemos ayudarles?
No sé exactamente qué habría que hacer con los niños, pero creo que gran parte de la culpa la tienen los adultos. Los niños no tienen la culpa de la crisis, ni de los problemas económicos en casa. Nuestros hijos se merecen un hogar alegre, un hogar con buen ambiente, con cariño, con afecto…Y a veces los padres estamos tan desanimados que no tenemos ganas de aportar ese afecto, esa ternura, esa alegría.
¿Cómo cambiarlo?
Uno tendría que llegar a casa y, antes de abrir la puerta, hacer un reset y a partir de ahí solo pensar en afecto, ternura, cariño y dedicación. Cuando uno llega desanimado tiene menos ganas de explicar un cuento o ponerse a jugar. Y es un tema de desánimo, no de falta de tiempo. Estamos en un país en el que la media de ver la televisión es de 4 horas por persona y día. Es decir, tiempo tenemos. Es un tema de ánimo. Si estás desanimado, tienes menos ganas. Cuando uno está alegre, contento e ilusionado, saca sus mejores sentimientos y actitudes. Y por el contrario, cuando uno está desmotivado, desmoralizado y desanimado, con problemas y preocupaciones, saca sus peores sentimientos y actitudes.
¿Qué crees que falla en nuestro sistema educativo para tener una tasa de fracaso escolar de más del 20%?
Influyen muchas cosas; el entorno en el que viven los niños, su nivel de alegría, el entorno de los profesores, la metodología…
¿Has dado alguna charla a profesores? ¿Cómo la enfocas?
Les hablo de su estado de ánimo, de que uno tiene que ir “chutado” a dar una clase, tiene que ir con alegría y pasión. Tiene que querer influir en los niños. Si uno no tiene la vocación de influir y ayudar a los niños no será un buen profesor. Sabrá mucho, tendrá muchos títulos y será una eminencia en su ámbito, pero al final la clave está en la actitud.
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