Lo saben bien en China, donde la caligrafía es un arte al nivel de la pintura o la escultura. Es prácticamente sagrada y consideran que con ella se aprende a dominar la energía vital para alcanzar el equilibrio entre cuerpo y mente.
Hace pocos días, el suplemento Smoda de El País se preguntaba si hacer caligrafía es la nueva meditación. La describían como un producto artesano, único y personal y resaltaban la satisfacción de crear con las propias manos. “Su ejecución exige un estado mental en el que no tienen cabida ni el estrés, ni las preocupaciones, ni las tensiones musculares, ni los pensamientos intrusivos”, explicaba uno de los expertos consultados por la publicación.
Los movimientos que hacemos para escribir se pueden convertir fácilmente en una técnica de relajación, pues la concentración en el trazo nos aísla de otros pensamientos. La práctica se puede acompañar de otros elementos que nos ayudarán a relajarnos, como la música y el espacio adecuado. Escribir siempre ha sido una práctica muy saludable para la mente.
Normalmente al hablar de caligrafía pensamos en los niños que están aprendiendo a escribir y dedican horas y horas a dibujar correctamente cada letra del abecedario y enlazarlas con gracia. Para ayudarles en esta tarea existen cuadernos con rayados que guiarán sus trazos como la pauta Montessori, la pauta estrecha (2,5), la pauta ancha (3,5), rayado horizontal… (podéis encontrar más información sobre los diferentes tipos de rayado en nuestra guía práctica).
Pero hacer caligrafía no es solo cosa de niños. Cualquier edad es buena para tomarnos un tiempo e intentar mejorar nuestra letra, hacerla original y bonita.
¡No dejéis nunca de explorar todas las posibilidades de la escritura a mano!
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