Antoni Giner es Doctor en Pedagogía, licenciado en Psicología, Máster en Psicoterapia Familiar Sistémica y Máster en Educación para la Ciudadanía y Valores. Director del Postgrado en Mentoría y Coaching Educativo de la Universidad de Barcelona. Profesor de la Facultad de Pedagogía de la UB y coordinador del proyecto “Escúchame” y del grupo de trabajo “Coaching Educativo”. Acreditado como Psicólogo-Coach por el COPC y responsable de formación permanente del profesorado del ICE de la UB. Su extenso currículum y su dilatada experiencia le convierten en una voz acreditada para opinar sobre educación. Hemos hablado con él.
¿Cuáles son los principales cambios que deben afrontar los profesores en el momento actual?
A nivel social estamos en un cambio de época importante y a nivel educativo también. Cada vez tenemos más información a nuestro alcance y los alumnos saben cómo buscarla mejor que nosotros, se mueven muy bien en las redes sociales… El docente tiene unos retos importantísimos porque pasa de ser una persona que traspasa información y contenidos, a ser una persona que acompaña y enseña a organizar el aprendizaje, que ayuda a desarrollar sabiduría en su alumnado. El binomio enseñanza-aprendizaje no se rompe, pero cambia la metodología a utilizar.
El profesor se convierte en un guía…
El profesor es la persona que acompaña al alumno en el proceso de aprendizaje, el que busca la mejor metodología para ayudar a su alumnado a optimizar al máximo sus capacidades y convertirlas en competencias. Cada vez estas metodologías concuerdan más con el posicionamiento de mentor o de coach. En Finlandia, por ejemplo, ya están apuntando la idea de formar a los docentes en mentoría y coaching.
En los últimos tiempos han sido noticia algunas escuelas que han apostado por un modelo educativo sin asignaturas, ni exámenes… ¿qué le parece?
Hay bastantes experiencias en centros que han aplicado el trabajo por proyectos y han demostrado que da buenos resultados. Es un buen camino, pero hay que ser rigurosos en su aplicación. Su implementación exige al profesorado una formación adecuada para poder llevarlo a término y una organización de centro adecuada, por lo que debe de ser una apuesta de centro. De todas formas no tiene que ser la única metodología a utilizar, pues habrá alumnos que se sentirán muy bien trabajando por proyectos, pero hay otros que no. La diversidad en el aprendizaje demanda diversidad de metodologías.
Dice que para implementar estos modelos los profesores necesitan una formación adecuada. ¿Y los alumnos?
También necesitan un entrenamiento para trabajar en proyectos. Las personas tenemos tendencia a repetir hábitos. Los alumnos no están acostumbrados a ser los protagonistas de su aprendizaje, están acostumbrados a que les digamos lo que tienen que hacer. En estos nuevos modelos se plantea un cambio de protagonista. Creo que es una metodología que se va a ir imponiendo. Aporta mucha riqueza al alumno porque toma las riendas de su aprendizaje y al profesor también porque enriquece su relación personal con ellos y le aporta inquietudes profesionales, ya que le obliga a salir de su zona de confort.
Siguiendo con la formación del profesorado… ¿Cómo debe ser la formación de los futuros maestros?
En cuanto a la formación inicial de los maestros, los alumnos valoran mucho que el profesor haya estado en el aula [fuera de la universidad]. Se debe apostar por profesores con alto rigor universitario y alta experiencia en el aula de infantil, primaria o secundaria. No puedes transmitir lo que se vive en el aula si no lo has vivido. Pero tampoco puede ser una persona que solo hable de la experiencia, debe tener también rigor académico. Teoría y práctica son inseparables.
En referencia a la formación permanente creo que es una herramienta básica para la mejora del sistema educativo, se ha demostrado que la mejora de los resultados de aprendizaje del alumnado está directamente vinculada con el desarrollo competencial del docente, y este no termina nunca.
¿Qué papel cree que deben tener las competencias emocionales en la educación del s.XXI?
Deben estar presentes. Trabajar con personas es complejo porque cada una es diferente. Es importante que el docente sepa por qué tiene ciertas emociones hacia ciertos alumnos y sepa gestionarlas. Por qué en un momento dado se le puede despertar la rabia o sentir cierto favoritismo hacia algunos alumnos… y cómo actuar.
Hace apenas 10 años que se empezó a trabajar en este sentido, y se está demostrando que no es una moda pasajera. Hace falta un trabajo de autoconocimiento personal como docente para acompañar a los alumnos y ayudarles a gestionar sus emociones.
Usted es responsable del proyecto “Escolta’m” (Escúchame), que precisamente busca mejorar las competencias emocionales y la relación entre profesores y alumnos. ¿Nos podría explicar en qué consiste?
Es un proyecto de tutoría personalizada. El tutor se reúne con 3 alumnos en un espacio fuera del aula donde establecen conversación. Pero no es una tutoría clásica, sino que el alumno explica lo que le inquieta. Las conversaciones tienen que ver con las motivaciones del alumno, él es el protagonista. En este espacio trabajamos la vinculación emocional entre tutor y alumno. El alumno se siente reconocido y esto hace que se sienta más fuerte ante las dificultades de la vida y del aprendizaje.
Estas tutorías personalizadas se basan en ofrecer al alumno el lugar y el tiempo necesario para que pueda expresar lo que piensa y siente. Dado el ritmo de vida actual y sobre todo la falta de recursos, ¿se han encontrado dificultades a la hora de aplicarlo?
La falta de recursos es un gran problema que tenemos en educación. En Catalunya, por ejemplo, se aprovechó la sexta hora para estas tutorías, pero cuando despareció esa sexta hora pensé que se habría acabado. Me equivoqué. No solo se mantuvieron los centros que habían aplicado el proyecto “Escúchame” sino que año tras años se incrementan. Actualmente lo aplican cerca de 80 centros, entre primaria y secundaria. Hay una serie de horas de atención a la diversidad en las que puedes hacer desdoblamientos de matemáticas, de ciencias…puedes utilizar esas horas para atender a los alumnos en pequeños grupos. Hay muchos centros que priorizan la tutoría personalizada. Es una forma indirecta de mejorar la convivencia y los aprendizajes.
Es un proyecto sostenible pues en su mayor parte utiliza recursos existentes, el ICE de la UB organiza la formación permanente y el Departament d’Ensenyament colabora con su implementación. El centro educativo debe hacer los cambios organizativos pertinentes y organizar la formación para la implementación. El problema que tenemos es que está creciendo mucho y es necesario buscar ayudas para el acompañamiento de los centros.
¿Qué opina de nuestro sistema educativo?
Particularmente creo que nuestro modelo educativo es bueno. Se está dando respuesta a todos los niños hasta los 16 años y la mayoría siguen con su formación más allá. Debemos estar orgullosos. Cuando trabajas con docentes ves la ilusión de muchos profesionales implicados que disfrutan con su trabajo y dan lo mejor de ellos.
Esto no quiere decir que todo sea perfecto, ni que haya que conformarse, al contrario, los docentes y el sistema educativo pueden mejorar. Hay que ir a buscar la excelencia y saber adaptarse a los retos que la sociedad está planteando a la educación.
¿En qué lo mejoraría?
Creo que las administraciones deberían hacer un esfuerzo importante en la formación del profesorado. La sociedad cambia muy rápidamente y, por ejemplo, a ningún médico se le ocurriría pensar que una vez acabada la carrera ya no necesita más formación, su actualización es constante. La formación del profesorado también es básica para adaptarnos a las nuevas realidades de nuestra sociedad. Y no quiere decir recibir solo conocimiento, sino el desarrollo competencial, es decir, desarrollar actitudes, conocimientos y habilidades.
Para ello la formación también debe contemplar el acompañamiento de los docentes. En servicios sociales, por ejemplo, es habitual que haya una supervisión continua. En educación no. Si tienes suerte, los problemas los compartes con los compañeros . De inicio, dejamos solo al profesor en el aula con 25 o 30 alumnos sin ningún acompañamiento o supervisión. No sé si un MIR , como últimamente se está hablando, es la solución, o una mentoría de expertos docentes en los primeros años como docente novel, pero lo que sí es seguro, es que hace falta un tiempo de acompañamiento para que el docente pueda compartir y resolver sus dudas y miedos. Y posteriormente disponer de un espacio con un profesional donde poder exponer las dificultades nuevas que le van apareciendo y poder plantear la mejor forma de abordarlo, tanto en cuestiones personales-profesionales, como de aula.
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