Todos somos conscientes del gran cambio generacional. Los adolescentes y niños ya hace años que reciben estímulos impensables hace un par de décadas. Tras la lectura de esta noticia, en la que se explica que hay alumnos que no saben leer la hora en los relojes analógicos, nos hemos hecho todavía más conscientes del problema. Los adolescentes y niños tienen tan integrado a sus vidas lo digital que desconocen lo analógico.
Los niños consultan, la mayoría, la hora en un dispositivo móvil. ¿Eso ha provocado realmente que sean incapaces de poder leer la hora en un reloj de manecillas? ¿Es nuestro deber enseñarles, pese a todo, a leer la hora en un reloj analógico? No podemos educar niños que serán adultos tecnológicamente dependientes. ¿No sabrán qué hora es si se quedan sin batería? ¿O si se va la luz en casa?
El uso de dispositivos digitales está transformando nuestras vidas a un ritmo trepidante. Pero es necesario pararse a reflexionar para poder analizar los cambios que estamos viviendo. Una de estas reflexiones, también recogida en la noticia, es la de la pediatra Sally Payne, miembro de la fundación sin ánimo de lucro Heart of England, quien nos alerta de cómo la tecnología afecta al desarrollo de la función motriz necesaria para escribir a mano. Según Payne, a los niños cada vez les cuesta más agarrar un lápiz y moverlo, y por ello remarca la necesidad de dar oportunidades a los niños para que desarrollen esa capacidad.
Animar a nuestros alumnos a leer y escribir sobre papel es necesario, ya que son habilidades importantes. Por ejemplo, tomar notas a mano ayuda a que retengamos más tiempo la información escrita, entre otros beneficios.
Pero por encima de todo, también es necesario que conozcan lo analógico ya que les permitirá seguir avanzando aunque en algún momento les falle lo digital.
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