Laura Estremera es maestra de audición y lenguaje, técnico superior en educación infantil y psicomotricista relacional especialista en atención temprana con formación en pedagogía Pikler: cuidados respetuosos. Actualmente está terminado el grado de psicología. Ha trabajado durante varios años como tutora en el primer ciclo de educación infantil y actualmente dirige un proyecto de psicomotricidad vivenciada, realiza charlas y formaciones. También es autora de los libros “Criando” y “Ser Niños Acompañados”.
Defiendes la importancia del juego en el desarrollo de los niños, ¿por qué?
¡Porque los aprendizajes más importantes de los primeros años se realizan de forma natural jugando!
Los niños y niñas en todos los contextos y culturas, juegan, es su lenguaje. Si nos fijamos en autores, podemos acudir a los trabajos de Piaget, un autor altamente conocido por todos los docentes. Al profundizar en su teoría sobre el desarrollo cognitivo, este nos explica que para desarrollar la inteligencia durante los primeros años (0-6) los niños y niñas necesitan moverse, explorar con sus sentidos y ¡jugar!
¿Qué tipo de juegos?
El juego que favorece el desarrollo de los primeros años es el juego libre. A través de este los niños se mueven, exploran, descubren, ponen a prueba sus hipótesis… A partir de los 2 años aproximadamente aparece el juego simbólico, en el que hay un fuerte componente emocional. A través de él reviven situaciones, elaboran lo que les preocupa, lo que les da miedo, sus deseos…
Ya en primaria, aunque el resto de juegos mencionados sigan presentes, los juegos de reglas cobran un importante papel a nivel social, con reglas que ellos mismos crean, ponen en común, defienden sus puntos de vista…
De esta forma, observamos brevemente cómo en el juego libre, los niños y niñas se desarrollan en toda su globalidad, porque favorece su desarrollo motor, cognitivo y socioafectivo.
También has comentado que, en el juego, el papel de los adultos (padres, madres, profesores…) es muy importante. ¿Cuál es ese papel?
Para que el juego pueda darse, el adulto debe conocer su importancia para que ofrezca tiempos, espacios y materiales para el mismo. Si el adulto no conoce todo lo que hay detrás del juego, lo seguiremos viendo como un simple pasatiempo, entretenimiento… Incluso como una pérdida de tiempo o como la actividad que poder hacer cuando otras, que consideramos más importantes, han concluido.
De ahí la necesidad de que el adulto conozca la importancia del juego porque es el que va a favorecer que los niños y niñas puedan dedicarse a aquello que todos conocemos que es una necesidad de la infancia, pero que no demasiadas veces le damos el valor que tiene.
Durante el juego, el adulto acompaña, como figura de referencia y promotor de seguridad, y observa. De esta forma conoce a cada niño y niña tal cual es.
¿Crees que, por el contexto y la sociedad en la que vivimos, hay una tendencia hacia la sobreestimulación?
Quizá de un tiempo a esta parte hay más conciencia sobre el desarrollo y los adultos comenzamos a ajustarnos más a las necesidades de los niñas y niñas. Pero, en general, hay un sentimiento de “cuanto antes mejor» que no respeta los tiempos y procesos necesarios para un desarrollo saludable.
Solo hay que observar la naturaleza, el campo, para darnos cuenta de que los procesos llevan su tiempo y tienen su sentido. ¡Las plantas no crecen porque tiremos de sus hojas!
¿A partir de qué edad los niños pueden empezar a desarrollar la motricidad fina? ¿Cómo?
La pinza fina aparece alrededor de los 9 o 10 meses de edad, cuando un bebé es respetado en su movimiento y ha podido adquirir por sí mismo (sin que intenten enseñarle o lo coloquen en aparatos) la postura de sentado y el gateo.
¿Cómo podemos proporcionar una buena base que facilite el proceso de lectura y escritura a los niños?
Respetando cada momento de los niños y las niñas para que los aprendizajes puedan asentarse en bases sólidas. Comenzando por el desarrollo motor en el primer año de vida, es decir, no colocándolos en posturas que no adquieran por ellos mismos, favoreciendo momentos de suelo para que los bebés vayan descubriendo las diferentes posturas, apoyos y desplazamientos: el volteo, el reptado, el gateo, sentarse por sí mismos… ya que la lectura y la escritura tienen un componente motor, entre otras cosas, por el tema de la motricidad fina anteriormente mencionado.
Por otro lado, favoreciendo el juego simbólico en toda la educación infantil, puesto que la lectura y la escritura son un medio simbólico de comunicación.
También ofreciendo, llegado el momento y el interés (de comunicar y de recibir lo que otros quieren contar), materiales concretos, manipulativos, que ofrezcan información por los diferentes sentidos.
Los niños aprenden a diferentes ritmos. ¿Cómo gestionar esas diferencias en clases con 20 o 30 alumnos?
Entendiendo el aula como un ambiente de aprendizaje donde hay diferentes espacios con propuestas y materiales diversos para que cada uno, en función de su ritmo de aprendizaje, de desarrollo… pueda decidir qué materiales utilizar. Un aula Montessori puede servirnos de inspiración para ello.
¿Cómo podemos mantener la curiosidad innata de los niños para que sea un punto de motivación en la escuela?
Ofreciendo diferentes propuestas que se ajusten a los diferentes ritmos, gustos y necesidades que podemos encontrar en un aula. A los diferentes aprendizajes se puede llegar por diferentes caminos, ¡ofrezcámoslos!
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