Javier Gaviño es maestro de Educación Primaria, especialista en lengua extranjera inglés y creador de la página ‘Ideas para profes’, donde comparte recursos, aplicaciones y herramientas para profesores. Sus tutoriales sobre herramientas digitales se han popularizado especialmente en esta nueva etapa de enseñanza online causada por la crisis del coronavirus.
¿Por qué creaste ‘Ideas para profes’?
Primero tendría que explicar el porqué decidí ser maestro de primaria tan tarde. Yo era lo que se dice “mal estudiante”, un niño malo. Era distraído, nervioso, impulsivo y con poco futuro y muchos pajaritos en la cabeza. Estas etiquetas calaron en mí y me acompañaron para siempre. Los pajaritos en la cabeza también me acompañaron, pero han crecido y se han convertidos en ideas que he aprendido a convertir en realidad. En un momento determinado descubrí que no me gustaba lo que veía a mi alrededor. Entonces, pensé: algo hay que hacer para cambiar todo esto. Si no te gusta lo que ves, creo que es tu obligación cambiarlo, no puedes esperar a que alguien lo haga por ti. Decidí ser maestro porque la educación es la herramienta más potente de cambio social. Así ponía mi granito de arena a esa mejora.
Descubrí que había hermetismo y competitividad entre los docentes de un mismo centro. Decidí crear ‘Ideas para profes’ para compartir lo que a mí me servía en clase, para compartir experiencias y animar a otros docentes a hacer lo mismo. Este proyecto es mi experiencia de superación, pues el “mal estudiante” enseñó a muchos profes.
Tus recursos han sido de gran ayuda para muchos profesores, especialmente en esta cuarentena que ha cambiado la manera de dar clase. ¿Cuáles son las principales dudas que te hacen llegar ante este nuevo escenario?
Hay mucha desorientación, lógicamente. Las dudas llegan desde todas partes del mundo. Casi todas están relacionadas con aspectos concretos del uso de herramientas digitales como Moodle o Google Classroom. También me han preguntado sobre la forma de evaluar y trabajar con los alumnos por videollamada. Cada profe tiene una necesidad diferente. Desde luego han llegado muchísimos comentarios, mensajes por Instagram y Facebook, por no hablar de los emails. Intento contestar a todo, pero me he sentido desbordado. De todos modos, haciendo otra lectura, creo que es muy bueno que los profes pregunten tanto por nuevas herramientas. Es señal de que hay muchos docentes inquietos con ganas de seguir aprendiendo y atendiendo a sus alumnos de la mejor forma posible.
¿Cómo has vivido tú, a nivel profesional, esta situación?
Ha sido una situación muy difícil. No podría hablar de esta situación solo a nivel profesional, porque durante las videollamadas a mis alumnos, tenía a mi hija de 11 meses en brazos. Estoy haciendo cosas que nunca me hubiera imaginado, como grabarme dando una clase de historia a las 2:00 de la noche. Estoy agotado. Pero no espero el reconocimiento, ni la gratitud de nadie. Me siento muy afortunado de poder trabajar en lo que me apasiona. Sin embargo, creo que ahora más que nunca las familias tienen que mostrar respeto y valorar nuestra profesión. De lo contrario, todo nuestro esfuerzo no servirá para nada.
¿Qué aplicaciones consideras clave para enseñar a distancia?
La creatividad es esencial. Más que una aplicación, es más útil tener una idea clara y muchas ganas. Estas herramientas son esenciales para cualquier situación de enseñanza.
Actualmente, uso la mayoría de aplicaciones de Google en mi día a día: Classroom, Presentaciones… Pero también grabo vídeos con explicaciones, diseños con Canva o Genially, etc. En definitiva, repito, lo más importante es la idea y buscar la herramienta que te ayude.
Y en cuanto a la metodología o la forma de estructurar las clases, ¿qué pautas generales hay que tener en cuenta?
En primer lugar, la flexibilidad. La cantidad de trabajo se programa para una semana. No hay horario fijo, porque cada familia tiene una situación diferente. Hay familias en las que los padres siguen trabajando, familias sin dispositivos o un solo dispositivo para tres hermanos… Es muy difícil establecer un ritmo de trabajo único. Me llegan emails a todas horas, las videollamadas a veces son productivas, otras no. No hay una metodología perfecta de trabajar con los alumnos durante el confinamiento.
Normalmente, en mi día a día apuesto por una metodología activa, como aprendizaje basado en proyectos, y trabajo bajo enfoque cooperativo. Pero es muy difícil seguir con la misma metodología como si nada. No he tenido otra opción que adaptarme.
¿Cómo se puede evaluar el aprendizaje de cada alumno en esta situación?
Con honradez. La evaluación es un procedimiento tan amplio que a veces se reduce al concepto de “calificación”. Son cosas diferentes. Pero en definitiva, si propongo algunas actividades, un formulario de Google, una presentación… todo esto implica un sobreesfuerzo por mi parte. Lo único que espero de vuelta es una respuesta honesta del alumno y de nadie más, por respeto al tiempo y esfuerzo invertido en este trabajo. Algunos padres y madres (afortunadamente no todos, solo algunos) se toman la vida académica como una competición, en la que su caballo de carreras es su hijo, y la educación nada tiene que ver con una competición. Estoy cada vez más convencido de que no deberían existir los boletines con calificaciones numéricas. Eso no es evaluar. Cuando hablamos de medir el proceso de aprendizaje, que empieza con 6 años y acaba con 12 en primaria, estamos hablando de una evaluación cualitativa necesariamente.
Creo que no estamos preparados para evaluar a alumnos de primaria en una situación como esta. La mayoría de los docentes, por lo que puedo ver en los comentarios de mi canal de YouTube, estamos dando palos de ciego intentando encontrar una solución satisfactoria, que de alguna forma nos permita conseguir resultados como si aún estuviéramos en clase. Pero para una situación sin precedentes, habría que inventar una forma de educar sin precedentes.
En este nuevo escenario, ¿cómo es la relación con los padres de los alumnos?
No llueve a gusto de todos. Pero en general es buena. La relación se ha limitado lógicamente a un intercambio de emails, alguna llamada de teléfono, alguna intervención espontánea en alguna videollamada… Por lo que puedo ver, esto está siendo difícil para todos.
En el ámbito educativo, ¿qué lecciones se pueden sacar de todo lo ocurrido?
En primer lugar, creo que los docentes podemos aprender mucho de lo que ha pasado. Podemos hacer un ejercicio de autoevaluación. ¿Estamos suficientemente formados en nuevas tecnologías, metodologías activas y evaluación?
En segundo lugar, creo que las familias debemos reflexionar sobre lo que consideramos prioritario. Hoy necesitamos dinero para vivir, y el dinero se consigue trabajando. Pero, ¿trabajo para vivir o vivo para trabajar? Deberíamos plantearnos qué precio tiene todo lo que nos estamos perdiendo para pagar cosas que realmente no necesitamos. O quizás deberíamos plantearnos que no hay dinero que pague lo que ya nos hemos perdido.
Por último, creo que familias y docentes debemos trabajar algunos aspectos de suma importancia y que están un poco olvidados. Los niños y niñas deben ser creativos, deben saber jugar, ser autónomos en el juego y en otras actividades, deben ser felices en su infancia para ser felices en su vida adulta. ¿Qué ha pasado durante el confinamiento? Niños estresados, tristes, desmotivados, agobiados… Cuando yo era niño, si me hubieran dicho que no tenía que ir al cole en una temporada, tenía muchas opciones para entretenerme y pasar el tiempo jugando. El juego es el trabajo del niño. Esto no es nada nuevo, pero lo hemos olvidado y habría que recordarlo.
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