Cada año por estas fechas se abre de nuevo el debate sobre la duración de las vacaciones escolares de verano.
Se plantean varios interrogantes y el debate se aborda desde varios frentes. El de más peso es la compatibilidad de las vacaciones de los niños con las de sus padres, por lo general de menor duración estas últimas. Los niños tienen muchas horas libres y sus padres muy pocas, por lo que los progenitores deben ingeniárselas para que estén lo mejor atendidos posible mientras ellos no están en casa. Cursos de verano, campamentos, los abuelos… Cada uno se las arregla como puede.
Así pues, no es extraño que muchos padres apuesten por reducirlas. A su favor, el modelo que predomina en el resto de Europa, donde el número de festivos anuales es parecido, pero se distribuyen de otra manera, con menos días en verano y con más períodos vacacionales durante el curso. En contra, la climatología. Las altas temperaturas que se alcanzan en verano en nuestro país dificultan mantener la normalidad de las clases. Este es uno de los argumentos que utilizan algunos profesores para defender el modelo actual, además del descanso necesario entre curso y curso.
Hay quien apuesta por un término medio; mantener las clases durante todo el mes de junio y empezarlas a principios de septiembre, de modo que quedarían dos meses exactos de vacaciones –julio y agosto-.
Sea como sea, parece que no hay intenciones serias de modificar el sistema actual. Pero el debate existe.
Como profesores, ¿cuál es vuestra opinión? ¿os parece bien el sistema actual de vacaciones o creéis que deberían repartirse de otra manera?
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