Subrayar o no subrayar, esa es la cuestión

21 de noviembre de 2023

Subrayar o no subrayar, esa es la cuestión

Tal y como bien dice el titular: subrayar o no subrayar, esa es la cuestión. Permíteme introducir este artículo exponiendo varios tipos de alumn@, a ver si identificas alguno en tu aula:

  • Los pintores: subrayan TODO el texto. Títulos, párrafos principales, ejemplos, y casi los pies de imagen o tablas.
  • Los “código morse”: no entienden del todo qué subrayar y lo hacen dejando pequeños espacios sin color que corresponden a preposiciones, determinantes…
  • Los creativos: subrayan en lápiz o bolígrafo y con las líneas más curvas que un puerto de montaña. Ya de paso tunean las fotografías del autor retratado en la página con algún «bigotillo», «uniceja», gafas, etc.
  • Los “aesthetic”: subrayan las palabras y conceptos clave, asociando cada contenido a un color y además lo hacen de manera visualmente agradable. Son a menudo aquellos a los que también les gusta tener los cuadernos siempre pasados a limpio, con títulos en lettering y toda la colección de sus materiales ordenados.
  • Los prácticos: subrayan solo las palabras clave con una línea sencilla. El libro se ve de lejos mayoritariamente limpio y despejado, con mínimas marcas. Ideales para reutilizar en próximas generaciones, de hecho.

Tengamos en cuenta que estamos en este artículo siempre refiriéndonos a subrayar (o no) libros que pertenezcan al alumno. No hacemos referencia a los que son de disposición pública, como los de bibliotecas o archivos públicos.

En algunos de los casos que hemos mencionado, como por ejemplo el de los alumnos “creativos” o a los “código morse”, podría considerarse blasfemia llamarle “subrayar” a lo que hacen. Hay quien podría opinar incluso que podría acercarse más a ensuciar o maltratar el libro de estudio. En el caso de los pintores, es a menudo una falta de entendimiento del objetivo de subrayar, o que simplemente no es un método útil para ellos a la hora de estudiar (en cuyo caso sería interesante detectarlo para proponer métodos complementarios de apoyo).

Pero parece que si Charles Darwin también subrayaba debe ser porque funciona. Los textos resaltados son llamadas de atención para el lector, una manera de parase y meditar sobre el concepto que remarcan. De hecho, un profesor puede utilizar el subrayado para beneficiar a sus alumnos, ya que:

  • fomenta la comprensión,
  • facilita la comprensión de la organización del contenido estudiado,
  • facilita la revisión,
  • mejora la retención de ideas clave,
  • fomenta la toma de notas,
  • identifica puntos de discusión.

Y también ofrece muchas otras ventajas que seguro podréis identificar en vuestros alumnos.

Y tú, ¿qué fomentas en tu aula: lápiz, rotulador subrayador o “free style”?

Cuéntanoslo en comentarios, te leemos 🙂

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