30 de septiembre de 2014

Tratar la violencia en las aulas

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Como ya sabemos, la escuela es una institución socializadora. La figura de la escuela ejerce un importante papel en el desarrollo de las actitudes y las conductas de los alumnos y alumnas. Es vital que entre todos trabajemos para conseguir que los centros sean un sitio seguro donde las conductas violentas que obstaculizan el desarrollo académico desaparezcan. Justamente este es uno de los desafíos más importantes para los educadores del siglo XXI. Y aunque no es un fenómeno totalmente nuevo, si que se pueden detectar múltiples razones que tienen mucho que ver con el contexto socio económico en el que vivimos: La globalización, la universalización de la sociedad de la información, la acelerada transformación de la familia y la escuela, la facilidad para percibir diferentes modelos de civilización, o el inexplicable y absurdo desprecio a la vida humana que aparece en las diferentes formas de terrorismo.

 

La violencia en las aulas es algo con lo que lamentable los educadores conviven diariamente. Para poder evitarlo es muy importante detectarlo rápidamente, esto será crucial para poder emprender acciones a tiempo. Aunque existan varios tipos de violencia como el daño a propiedades (vandalismo), o las peleas entre alumnos o pandillas, vamos a centrar nuestra atención al que denominamos «bullying». El término bullying (acoso) hace referencia principalmente a un comportamiento repetitivo de hostigamiento e intimidación y, secundariamente, también se aplica a casos de aislamiento y exclusión social. El bullying puede ser:

 

Maltrato físico: pegar, empujar, dar patadas o puñetazos, escupir, poner la zancadilla, agresión con armas, etc.

 

Maltrato emocional: acciones (normalmente de carácter verbal) o actitudes que provocan o pueden provocar daños psicológicos. Incluye conductas tales como:

 

– Amedrentar: atemorizar, amenazar (con o sin armas), realizar llamadas intimidatorias, perseguir, romper y ocultar propiedades.
– Denigrar: insultar, humillar, burlarse, ridiculizar y parodiar, dejar en ridículo, poner motes o nombres despectivos.
– Aislar socialmente: excluir, marginar, hacer el vacío, no dejar participar en actividades.
– Manipular las relaciones de amistad: desprestigiar, hablar mal, difamar, crear rumores, difundir bulos.

 

Abuso sexual: cualquier comportamiento en el que un escolar es utilizado como medio para obtener estimulación o gratificación sexual. Incluye conductas tales como acoso sexual, exhibicionismo, violación o tocamientos.

 

Maltrato económico: es la utilización ilegal o no autorizada de los recursos económicos o de las propiedades de un escolar. Incluye conductas tales como robos y extorsión.

 

En cualquier de los casos, tratarlo puede resultar muy complejo. Pese a que cada caso es particular, y se debe estudiar bien cuales son las medidas a tomar, algunas de las acciones para resolver los conflictos en el centro escolar son:

 

Hablar con el chico/a que está siendo intimidado, haciéndole sentir apoyo y seguridad.
Hablar con el agresor para romper con la ley del silencio.
Crear un equipo de apoyo entre profesores, tutor y psicopedagogos para la atención a la víctima y al agresor.
Plantear temas de convivencia escolar para sensibilizar al grupo.
Incluir al niño/a víctima de la intimidación en otras actividades con otros chicos/as.
El profesor conocedor de la situación debe hablar de ella a la directiva del centro escolar.
Buscar apoyo en la familia tanto del agresor como de la víctima.
Tratar el tema con discreción de manera que ninguno de los implicados, agresor, víctima y espectadores lleguen a ningún tipo de enfrentamiento.
Desde el centro escolar se deben desarrollar talleres de prevención de conductas no apropiadas, habilidades sociales, pautas de crianza, solución de conflictos, etc., dirigidas a alumnos, padres y profesores.

 

Lo más importante pero, será que la familia y los amigos participen activamente y tomen también acciones particulares que favorezcan a frenar la situación; siempre en contacto y continua comunicación con el centro escolar y los tutores.

 

¿Crees que los educadores tienen suficientes herramientas para combatir la violencia en las aulas? 

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